viernes, 17 de mayo de 2013

Córdoba por la Paz

El pasado 31 de enero de 2009 recité el poema "Carusso" en las jornadas "Córdoba por la Paz" (en el Centro Cívico Corredera, de Córdoba, España). Este acto fue organizado por el proyecto Fahrenheit 451 "Personas Libro".



Se pueden ver otros vídeos del recital "Córdoba por la Paz" en youtube.

Más sobre el proyecto Personas Libro en personaslibro.wordpress.com

sábado, 6 de diciembre de 2008

"Caruso"

Te pongo lechuga tierna
Me acerco y me abres las alas
Enmudeces y miras mis manos
Compruebo que el agua está clara
Y cuando me alejo... Tú cantas
Y tus trinos son tan bellos,
Como un amanecer en el agua.
Creo que estas contento de vivir
Y a mí por doler, me duele
La guerra, el hambre...
Y esta endemoniada calma,
Que parece acostumbrarse
A las bombas, al desastre, a la locura
Y mientras tú, cantas y cantas
¡Que bien!
Que a ti no te duele el alma
O quizás soy yo
La que no entiende nada
Y tu canto es de dolor,
De impotencia, de rabia
Y cantas porque no fuiste dotado
Con el don de la palabra.
Que grande es mi ceguera.
Que ingenua, que incauta
Por creer que eres feliz
Privado de libertad
Encerrado en una jaula.

Carta a ninguna parte

Noviembre 1999
Hola cariño:
Te escribo esta carta sin saber a ciencia cierta de qué forma llegará a tus manos. Tal vez sea yo misma, la que te la lea de viva voz y nos riamos juntos. O quizás en el peor de los casos, sea la policía quien te la entregue en un sobre sin dirección y dándote una palmadita en la espalda con ánimo de consolar te diga : “Creo que esto es para ti”
¿Qué por qué me pongo tan trágica de repente?. Ya sabes; forma parte de mi carácter. Paso con demasiada facilidad del blanco al negro. Pero esto no es un juego. Te juro que va en serio y yo estoy muerta de miedo.
¿Sabes?. Yo estaba escuchando la radio de madrugada. El fuerte viento golpeaba con fuerza los cristales y las persianas y me resultaba imposible conciliar el sueño. Los partes meteorológicos se producían con demasiada frecuencia y ya sabes lo que ocurre cuando los medios invitan a la calma repetidas veces, asegurando que no hay ningún motivo para alarmarse. Se prevén fuertes precipitaciones por la parte de Badajoz, así como posibles desbordamientos de algunos ríos pequeños. Esos que durante mucho tiempo han perdido su categoría de arroyo; tan diminutos que incluso un niño podría cruzarlos de un salto.
No podía dormir. Conté ovejas e imagine los miles de jerseys que se podrían hacer con toda la lana. Mientras averiguaba que podría hacer con tantos jerseys, la luz se fue un par de veces. La radio despertador de la mesilla, me indicaba con su parpadeo que había perdido su ritmo y yo no sabía ni qué hora era, con lo que terminaba poniendo de nuevo la radio para averiguarlo y vuelta a los informativos. Los cortes de luz se habían sucedido de forma generalizada y el fuerte viento había arrancado un considerable número de árboles causando grandes destrozos. De nuevo Badajoz cobraba protagonismo por sus lluvias torrenciales. ¡Dios mío, qué angustia ¡Y yo mientras, ¿qué hacía en la cama?. Quería ayudar. Ser útil. Como si me dieran cuerda me vestí deprisa.
Los primeros rayos del amanecer se traslucían débilmente por las rendijas de la persiana, que había sido cerrada casi del todo por motivo del viento. No me apetecía desayunar tan temprano, así que puse en una bolsa un paquete de galletas y una botella de agua para el camino. Eché un vistazo a las cintas de música y recordé que las que a mí me gustan no estaban en el mueble, sino en el coche. Juan Manuel Serrat se había convertido en mi compañero de viaje favorito.
A pesar de la “nochecita”, el coche respondió a la primera y en una hora ya estaba en carretera camino de Badajoz.
Aquí estoy, amor mío, tratando de no desesperar. Yo me disponía a cruzar lo que a mí me parecía una pequeña charca con el coche, pero éste se me caló. Hice lo posible por volverlo a arrancar, pero no sólo no lo conseguí, sino que en menos de un minuto iba comprobando como nos hundíamos sin remedio. He tenido la sensación de que el coche había caído en una enorme masa blanda de barro, como la de un bizcocho antes de hornear. Mi primera intención fue salir como fuera, pero las puertas ya las cubría el barro y no se podían abrir. Cuando veía que ese fantasma marrón empezaba a cubrir los cristales de la ventanilla, no se me ocurrió otra cosa que cerrarlo todo a fin de impedir la entrada. Tranquila. Nani, tranquila. Los nervios no sirven para nada en estos casos.
Cariño. Me hundo. Ya no veo el cielo, sólo el interior de mi coche. Pero no permitiré que el barro me ahogue. Ahora escucho a Serrat. ”Qué va a ser de ti lejos de casa. Nena, qué va a ser de ti” Curioso, ¿no? . Perdona; siempre que Serrat se interponga en nuestra conversación será debido a que he dejado de escribir para serenarme. Cierro los ojos y simplemente escucho su voz. Cojo fuerza de su poesía y de nuevo recurro a ti un poco más serena.
He tenido que encender la luz. Hace rato que no se ve nada. No sé cuanto tiempo estaré aquí; quizás tenga que racionar la luz y encenderla a intervalos para no desesperar. Cerraré los ojos y escucharé de nuevo mi poeta preferido. “Barquito de papel en que lugar desesperado tu añoranza y mi pasado quien sabe donde andará”.
El paquete de galletas está por la mitad. Lo mismo que la botella de agua. Creo que los nervios me han hecho comer sin medida. Lo más sensato será comer una galleta y un sorbo de agua cada hora. ¿No crees que es una buena idea?. Empiezo a sentir un fuerte dolor por aguantar tanto la orina. Quizás no tenga más remedio que hacerlo aquí mismo cuando no pueda más. Dios mío, me duele. Voy a morir como un pajarillo en su jaula de hierro tapizada por dentro. Ahora sí quisiera ser como el gorrión de Serrat que corre y busca su lechuga.
Perdona, de nuevo estoy contigo. Creía que me moría de dolor. Ya he “desaguao”; lo he hecho en la parte de atrás. Al menos mi sitio sigue estando seco. No podría soportar tener los pies permanentemente pisando el “agüita amarilla”.
Ya no tengo galletas ni agua y por si fuera poco se me acaba de romper una cinta. Es como si también Serrat se hubiera cansado de cantar para mí. La verdad es que he abusado un poco. No sé cuantas veces habré puesto el Poema de Amor. “Y allí, en la arena, entre los dos nació este poema. Este pobre poema de amor”. Tiene unos versos que no los canta, sino que los recita, y yo me creo que no estoy sola, porque alguien está hablando muy cerca de mí. A lo mejor no sabías que tenías una novia tan tonta pero... En estos casos me ayuda a no desesperar. Voy a intentar dormir un poco. No quiero mirar el reloj . Ya no tengo que tomar ninguna galleta, no quiero saber si ha pasado una hora o tres. El reloj sólo contribuye a ponerme nerviosa y a decirme con su tic tac implacable cuántas horas llevo aquí. Cuando me hundía lo quité de mi muñeca y me lo guardé en el bolsillo; únicamente lo he consultado cuando tenía hambre, para ver si había transcurrido el tiempo que yo misma me había marcado. Una hora, una galleta y un sorbo de agua.
Creo que esto es el fin. Sólo te tengo a ti. Todo me molesta. Incluido Serrat. Odio sus canciones. Las odio porque me ponen triste: muy triste. “Todo está listo, el agua, el sol y el barro; pero si falta usted no habrá milagro”
Oigo unos golpes en el techo. Creo que me han localizado. Estoy salvada. Te quiero muchísimo. Gracias, Dios mío, y a ti también, Serrat de mi alma.

Carta a Soledad

Córdoba, 8 de Julio de 1.997
Querida Soledad:
Disculpa por no haberte escrito antes, pero cómo habría podido desde el agujero donde me encuentro; todo es oscuro aquí, no se si brilla el sol, ni siquiera puedo advertir si llueve torrencialmente. Por la tristeza de mi corazón intuyo que es primavera. ¿Cómo puedo estar triste en primavera, cuando todo se esfuerza por vivir, hasta la tierra abre sus entrañas para dar su fruto pero aquí.... es esto vivir?
Dos palanganas con agua, una para el aseo y otra para todo lo contrario me hacen recordar continuamente lo miserable que puede ser la vida o quizás la vida no tiene nada que ver con las depravaciones del ser humano. Puedo asegurarte que en estos casos la muerte es una esperanza que se desea tanto o más que la llegada de un hijo.
¿Sabes? Hoy he tenido un sueño maravilloso; un guardia civil que repetía continuamente que era mi amigo había venido a rescatarme. Yo al principio no me creí nada y el pánico se apoderó de mí. Aunque mi cuerpo temblaba como una hoja y tendido en posición fetal repetía valientemente una y otra vez: “ acaben de una vez, no me importa morir”. No podía creer que ese uniforme verde como mi esperanza no fuese un camuflaje de mis secuestradores. Me dejé llevar por la amabilidad y la cortesía de este señor, llevaba demasiado tiempo sin gozar de este trato...
Aunque mi cuerpo no obedecía a mis deseos de andar deprisa, seguí como pude a mi salvador. Estaba ilusionado por ver el sol, pero el cielo me obsequió con un manto de estrellas maravilloso y una luna más hermosa que nunca. ¿Sabes, Soledad? A partir de ahora creo que nuestras relaciones comenzarán a distanciarse cada vez más. Me resulta muy difícil seguir contigo teniendo tantos amigos. Te contaré un detalle curioso:
El primer día de mi libertad vi por televisión cómo centenares de lazos azules eran descolgados de diferentes sitios y lugares; todos ellos estaban rodeados de un grupo de gente que observaban emocionados el evento.
Un suspiro de alivio y satisfacción se escapaba de sus bocas y yo lo sentía en mi cuerpo como un soplo de vida gigante y milagroso. Fue como si cada ciudadano me ofreciera su aliento en un boca a boca apostando por mi vida.
¿De verdad crees, Soledad, que no te faltarán mis cartas? Yo sólo te pido que trates de olvidarme cuanto antes con el fin de no hacernos daño mutuamente. Tengo muchos amigos y ahora han empezado a visitarme los sueños jamás pensé que volvería a soñar. ¿Todavía sigues creyendo que lo nuestro tiene sentido? Yo en cambio pienso que tal vez en Navidad, cuando todos los recuerdos se empeñan en ocupar nuestra memoria hasta conseguir ponernos tristes, puede que te envíe una postal con dos palabras: PAZ Y ALEGRÍA. Éste ha sido mi primer pensamiento desde que volví a ver brillar el sol de nuevo. Y repetirme una y mil veces: ”no es un sueño”.
Soledad, hoy noto el corazón encogido de dolor. No sé. Parece como si fuese a romper a llorar de un momento a otro pero... Gritaría tan fuerte que me da miedo. ¿Se resquebrajaría algo si lo hiciera?. Quizás solo conseguiría romperme un poco más por dentro como tantas veces. Es una sensación extraña y anómala . Como podría explicarte que a veces siento el corazón encogido y henchido a la vez. Me estoy refiriendo al fatal desenlace que tuvo lugar la muerte de Miguel Ángel. Yo no podía estar en cuerpo y alma como tantos españoles apoyando a la familia o quizás solo nos estemos apoyando el uno en el otro en las manifestaciones unidos todos en un “BASTA YA”. Mis paseos todavía son cortos porque estoy débil pero mi mente se unía a través de la tele a todos los manifestantes y caprichosamente me mezclaba con los vascos, andaluces, gallegos, maños, catalanes, madrileños etc. etc.
¿Puedes entender que el corazón lo notara encogido y henchido a la vez?. Por un lado me abordaba la idea de la tragedia incluso llegué a sentirla en mi carne hasta hacerme llorar como un chiquillo mucho antes que todo esto ocurriera. Pero toda la tristeza se desvanecía como por encanto al comprobar como esta España nuestra se convierte en una piña de solidaridad , de esperanza, de humanidad. Dispuesta a cambiarlo todo y es cuando sin darme apenas cuenta. los ojos se elevan al cielo y nos sale de lo más profundo del alma un “ ¡Gracias Dios mío! ” porque la paz esta cerca.
Un abrazo, mi querida amiga.